Alfonso Cuarón apuesta por un reparto escaso pero notable (Sandra Bullock y George Clooney), sumergiéndonos en un terreno que no es el más explotado y aun puede ofrecernos mucho cinematográficamente hablando: los viajes espaciales. 'Gravity' ha sido una película muy criticada a nivel intelectual y argumental por los amantes del séptimo arte, no obstante no puedo evitar preguntarme que expectativas tenía el público de que el film del viaje espacial made in Hollywood de Sandra Bullock y George Clooney, el cual se nos vendió desde el principio como la nueva experiencia 3D del año, de verdad fuera a destacar por su argumento o por un notable guión. Por poner un ejemplo similar, es como quien se espera un argumento enrevesadamente bueno cuando va a ver Transformers. Por otro lado, opino que si se ha comparado con '2001, una Odisea en el espacio' no es por la errónea causa de ponerla a su nivel intelectual y filosófico. Tranquilos, no se trata de ninguna campaña para desprestigiar al film de Stanley Kubrick ni mucho menos, no seamos tan prejuiciosos. Creo que aplicando el sentido común se ve claramente que ambas películas se comparan únicamente en aspectos visuales, Gravity como película de viajes espaciales ofrece una experiencia visual bastante cercana, dentro de lo que son los medios cinematográficos, de lo que es estar realmente en el espacio, igual que lo hizo la película de Kubrick en su momento, estando además algo adelantada a su época. Ese bonito apartado visual y el escenario espacial en el que se desarrolla la trama, es quizá lo único que tienen en común ambas películas. Argumentalmente, coincido en que no cuenta con un guión brillante, pero desde luego tampoco contaba con ello. Los diálogos están bien construidos en una película de dichas características. Y en cuanto a las interpretaciones, contamos con un George Clooney bastante más secundario de lo que nos tiene acostumbrados, en cuanto a Sandra Bullock, siendo una estrella bastante del montón en lo que a Hollywood respecta, en Gravity interpretativamente se muestra más natural y convincente que en la mayoría de otros papeles que haya representado. El cine es arte, y el arte no solo está para entretener, nos transmite cosas, emociones... y como medio para hacernos transmitir algo también entra por los ojos. Quizá únicamente en ese aspecto, la considero una película notable.
Parece mentira que el título de la película de Torrente defina tan a la perfección al mercenario del poderoso y del alto burgués, a la artillería pesada del capitalismo y la dictadura, al pseudo ser humano racional defensor del ladrón más carroñero de una nación, al asesino de la libertad de expresión, a la violencia personificada contra su propio pueblo, el cual no hace otra cosa que ejercer su libre derecho a manifestarse en contra de un sistema que beneficia a altos cargos políticos, (así como a la Familia Real o los líderes del sistema bancario o de la Iglesia Católica), recortando en sanidad y educación, y limitando las libertades de la clase obrera. Y sé que no digo nada que no se haya dicho ya, pero la falta de empatía y sentido común de estos individuos da que pensar y reflexionar, y esa reflexión se transforma en necesidad de ser expresada; más ahora que gran parte de incidentes provocados por estos perros guardianes del gobierno ha estallado en las redes sociales Verdaderamente es difícil de creer que detrás de esos uniformes se esconda un ser humano, probablemente con amigos y familia que sufren como el resto de españoles esa mentira del estado a la que llaman 'crisis', actuando como un robot a sus espaldas con el único pretexto de que cumplen órdenes.
Es irónico, además, que este tipo de individuos suele estar presente en países que sufren o han sufrido una dictadura. No es nada nuevo que el hecho de que los miembros del gobierno de un estado totalitaro priven a su pueblo de libertades (como en este caso el hecho de manifestarse), aunque para ello tengan que usar la violencia. La historia se repite, los malos tratos a su propio pueblo por parte de los mercenarios del poder persisten, como lo hicieron durante la ola revolucionaria de la clase obrera de 1919 de Alemania, donde los «Cuerpos Libres» (Freikorps) se ocuparon de dar leña; o el ejemplo de la matanza de Shaperville durante el apartheid, donde a manos de la policía murieron 69 personas y otras 180 resultaron heridas (mujeres y niños entre ellas) durante una manifestación. Y curiosamente, aunque muchos no lo quieran ver así, no es tan diferente la actuación de la policía durante las cargas que ejercen a día de hoy. Ya sea en España, Grecia o cualquier otro país europeo. Policías antidisturbios que irrumpen en manifestaciones cargando tanto contra los manifestantes como contra cualquier persona que casualmente se encuentre en el lugar de los hechos, ya sean menores de edad, ancianos e incluso personas inválidas. Esta es la policía que tenemos pese a que algunos no le den credibilidad, pues hay imágenes que lo demuestran publicadas en los pocos medios que se dignan a mostrar la verdad tal como es, a parte de que personalmente conozca casos de víctimas de los malos tratos de la llamada autoridad; incluso casos que han sido llevados, sin suerte, a Amnistía Internacional.
Insisto, es difícil de comprender la falta de empatía de estos individuos, el hecho de que sean incapaces simplemente de mostrar un pequeño gesto de empatizar con su propio pueblo simplemente reflexionando sobre las causas que les ha llevado a reunirse para protestar, mismas causas que pueden afectar a sus familias, amigos, e incluso a él mismo. El derecho a manifestarse es un derecho indiscutible para el pueblo, que está por encima de cualquier ley injusta que se imponga, ya que como bien dijo Ghandi «cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer». Cuando se han hecho huelgas policiales, que las ha habido, nadie les ha privado de su derecho a manifestarse, y menos de manera violenta y con malos tratos... ya es hora de pagar con la misma moneda, digo yo. Y el hecho de que la policía se ponga del lado del pueblo durante una manifestación no es algo tan utópico, ya que ha pasado en varios países, además hace relativamente poco eso mismo pasó en Turín, Italia.
El caso de la disputa de los policías antidisturbios contra un bombero que hacía su trabajo.
El colmo de la estupidez humana llega con la carta mandada de un policía a la prensa, quejándose de la mala imagen que dan los medios de su profesión. No generalizo, sé que en este país hay miembros de la policía que hacen bien su trabajo (proteger al pueblo), los cuales seguro que están avergonzados de muchos otros que actúan violentamente contra manifestaciones pacíficas... pero esta es una de las veces que los medios aciertan. Y no soy la persona más afín a la prensa, porque toda esa gente que se manifiesta no son ni extrema izquierda ni proetarras, como he llegado a oír de algunos medios de comunicación, simplemente son ciudadanos como tu y como yo. Dicha carta fue respondida, no por la prensa, si no por un ex-policía jubilado desde una cuenta en Youtube.
El otro brazo tonto en España. Gamonal ha sido un gran ejemplo en lo que a protestas civiles se refiere en nuestro país. Ejemplo de que sí se pueden lograr cambios sociales a través de la protesta, aunque los que hemos leído algo de la historia ya lo sepamos. Aunque la mayoría de veces la protesta pacífica no es suficiente y desgraciadamente la violencia se hace, a veces, necesaria; sí se puede.
Y al otro lado es donde se sitúa el otro brazo tonto de España, esa mayoría silenciosa que se queda impasible ante las injusticias sociales. "Si que es verdad que estamos mal, pero poco podemos hacer..." o "esas manifestaciones no sirven de nada, total van a seguir haciendo lo que les plazca mientras puedan llenarse los bolsillos" argumentan algunos desde la más profunda ignorancia. Sí es verdad que piensan que manifestarse es inútil, ahí es donde se expone lo limitados que son mentalmente y lo poco que han leído de historia. Ese españolito medio seguramente ignora que su actual jornada laboral de 8 horas se debe al movimiento obrero de 1919 que paralizó literalmente la economía.
El mismo españolito medio que muestra su furia cuando el equipo de fútbol al que idolatra (el cual se mantiene con dinero público) no está a la altura en ese partido de Liga tan importante, pero sin embargo, no muestra dicha furia cuando le están quitando derechos y recortando de su nómina por todos los lados. La táctica perfecta, entretenimiento barato para así poder vaciarte los bolsillos sin que llegues a enterarte. Sí toda la indignación que se muestra en el tema del futbol se mostrara en causas realmente importantes seguro que las cosas serían muy distintas en este país.
«La moderna clase proletaria no desarrolla su lucha de acuerdo a un plan establecido en un libro teórico; la actual lucha de los trabajadores es una parte de la Historia, una parte del progreso social, y en el centro de la historia, en el centro del progreso, en el medio de la lucha, aprendemos cómo debemos luchar... Esto es exactamente lo más loable, esto es por lo que este colosal trozo de cultura, dentro del moderno movimiento obrero, define una época: que las multitudinarias masas de obreros fraguan primero con su propia consciencia, con sus propias creencias, e incluso a partir de su propio conocimiento, las armas de su propia liberación.» -Rosa Luxemburg.
Para bien o para mal, 'The Grandmaster' no es lo que uno se espera al haber visto el tráiler. Tampoco es una película de acción, pues el arte marcial del kung-fu se nos presenta más como una forma de vida con todas sus vertientes filosóficas, que como una mera excusa para ver las escenas de un tipo repartiendo leña, adornado con infinidad de elementos visuales efectistas. Ni si quiera es al 100% una biografía de Ip Man, el hombre que enseñaría el arte del kung-fu a Bruce Lee, la profundidad de la película no es enseñarnos el recorrido profesional de Ip Man en el arte del kung-fu desde que se inició durante una temprana infancia, pues esa parte está muy resumida. Todo lo que percibimos a nivel narrativo son algunos sucesos de la vida de Ip Man y la coprotagonista Gong Er, en un lapso que va desde los la década de los años 30 a los años 60... Donde se nos narra desde la influencia de las competiciones de los clanes entre Norte y Sur, hasta la invasión japonesa y sus consecuencias en las vidas de los protagonistas. The Grandmaster consigue ser una buena película, no solo a nivel visual, si no también a nivel filosófico y cultural. En el primer caso, es evidente que el cine asiático tiene un don para hacer de las escenas de combate algo visual y estéticamente muy poético... aquí lo vemos constantemente, y quizá el ejemplo más claro es el mítico combate entre Ip Man y Gong Er; aunque tampoco faltan las coreografías y los combates bajo la lluvia. Otro aspecto es que no dejamos de escuchar un lenguaje poético y lleno de metáforas en los diálogos. Debo admitir que no soy un entendido en la cultura y el modo de vida de China, y esta película nos sumerge en esa cultura, sobre todo a nivel narrativo y mediante algunos diálogos, por lo que algunos aspectos de la película, en el caso de que tampoco seas un entendido, se convierten en incertidumbre y curiosidad... Quizá es de esas películas que, en casos como el mío, está hecha para verla dos veces para tratar de asimilarlo todo como toca. Os dejo con el tráiler, no sin antes dejar una muy buena moraleja de la película. «¿Recuerdas cuando te dije que no hay nada de que lamentarse en la vida? Todo eso es mentira. Si la vida no tuviera remordimientos sería realmente aburrida»
"Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano." Se trata de un fragmento del gran discurso que hace Charles Chaplin en 1940 al final del clásico "El gran dictador", la escena más destacada y por la cual muchos recuerdan el largometraje. Sátira cinematográfica pilotada por Chaplin que tiene el mérito de haber sido la primera película anti-nazi de la historia, y haber sido especialmente polémica durante la segunda guerra mundial, a parte de que fue la primera película no muda de Chaplin. El discurso, considerado como uno de los más importantes en la historia del cine, no es lo único destacable de la película, por eso dejo a continuación algunas escenas, todas protagonizadas por Chaplin.
El afeitado del barbero de Tomania acompañado por la "Danza Húngara nº5" del compositor alemán Johannes Brahms. Quizá el momento musical más destacado de la película.
La otra cara de Chaplin en la película, el primer hombre que se atrevió a parodiar a Hitler, durante la dictadura nazi, una de las cosas por las que se ganó mi admiración... En esta escena habla de gobernar una nación de rubios de ojos azules, y concluye con el lema "O César o nada", original de César Borgia («Aut Caesar aut nihil»), quien lo llevaba grabado en su espada, dicho lema nació al cruzar el río Rubicón, comenzando la guerra civil que crearía el Imperio Romano, acabando así con la República.
Una de las mejores y más divertidas escenas iniciales, sin duda, la escena del aeroplano.
"Estamos aquí reunidos para liberar nuestra nación de un tirano",con esas palabras empieza la escena del pudin y haciendo referencia a la tradición de los sacrificios humanos al dios Thor por los lombardos. Una escena especialmente divertida.
Y por último, en el último tramo de la película, Chaplin decidió darle una tonalidad más seria y de conciencia social, alejándose de la comedia y dando un discurso cuyo mensaje todavía hoy persiste, el cual sigue identificando una sociedad capitalista que a día de hoy todavía nos acompaña. Este ha sido, sin duda, uno de los más grandes momentos de Chaplin.
Algunas curiosidades
En España fue prohibida y no se estrenó hasta 1976, el año siguiente de la muerte de Franco.
Se dice que Hitler pidió una copia de la película para verla, aunque se desconocen sus comentarios sobre la misma. En una entrevista Chaplin manifestó que le hubiera gustado conocer la opinión del verdadero dictador.
Años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Chaplin dijo que si hubiese sabido las horribles consecuencias de las teorías racistas del nazismo, jamás habría realizado la película.
Cuando Chaplin dudaba sobre si debía realizar la película, fue animado a hacerlo por el presidente Franklin D. Roosevelt.
La película fue totalmente financiada por Chaplin.
Chaplin afirmaba estar convencido de que el bigote de Hitler fue copiado del de su popular personaje del cine, Charlot. Esa fue una de las causas de que naciera la idea de realizar la película e interpretar el papel que le parodiaría, también tuvo en cuenta que el dictador tenía más o menos su misma edad, altura y peso.
De la mano de sus biógrafos se dice que Chaplin actuaba, aun fuera del rodaje, de manera más rígida y agresiva con sus compañeros del equipo de rodaje cuando se enfundaba el uniforme para interpretar al tirano. En cambio era mucho más amable cuando iba vestido del barbero de Tomania.
Sinopsis (fuente FilmAffinity): Serie de TV (2005-2009). 4 temporadas. 81 episodios. Michael Scofield (Wentworth Miller) es un hombre desesperado en un situación deseperada. Su hermano Lincoln Burrows (Dominic Purcell), condenado a la pena capital está a la espera de ser ejecutado. A pesar de todas las evidencias, Michael cree en su inocencia, por lo que decide robar un banco para dejarse atrapar y ser encarcelado en la misma prisión que su hermano. Su objetivo: escapar juntos.
Preanálisis
Los thrillers carcelarios en general suelen tener cierto encanto que los hace distintivos respecto a otros géneros. Como suelo empezar por lo positivo, diré que Prison Break en este caso no es una excepción, tiene ese encanto digno de cualquier trama carcelaria; es más, supera a muchas de ellas debido a un guión bien trabajado y hay algo en lo que Prison Break es muy buena comparándola con otras series, y es saber el momento idóneo en el que debe acabar un capítulo para dejar al espectador con ganas de ver el siguiente, cosa que la hace francamente adictiva.
Y pese a lo bueno del guión, el ritmo trepidante y lo adictiva que pueda ser, Prison Break también tiene sus altibajos, a lo largo de la serie no dejamos de ver situaciones inverosímiles y ridículas (como el método de los agujeros con un taladro y la cara del diablo)... lo vemos y lo pasamos por alto porque la serie es buena, pero los fallos están ahí, y constante avanza la serie se hacen todavía más frecuentes. Otro detalle a tener en cuenta es que los directivos de la serie dejaron para el último momento el tema del reparto... y a ver, hay que decir que tuvieron la suerte de que lo que se dice mal tampoco les salió, aunque en el caso del dúo protagonista que interpreta a Scofield y Burrows (Wenworth Miller y Dominic Purcell, seleccionados seis y tres días respectivamente antes del rodaje) es difícil opinar, porque la mayoría de sus actuaciones se basan prácticamente en mantener la misma expresión facial durante toda la serie, en el caso de Miller como Scofield cara de pensativo y chico misterioso, y ceño fruncido en el caso de Purcell como Burrows... pero en fin, no cuesta acostumbrarse si verdaderamente te engancha la serie.
Análisis (contiene Spoilers) La primera temporada o la temporada de Fox River es, seguramente, la que más éxito y mejor crítica ha tenido. Empieza cuando Michael Scofield atraca un banco intencionadamente para entrar en la cárcel de Fox River para así ayudar su hermano inocente (recluso por el asesinato del hermano de la vicepresidenta, crimen que no cometió) mediante una planificada fuga. Así, la trama acontece mayormente en Fox River, pero al mismo tiempo la abogada de Burrows, Veronica Donovan, interpretada por Robin Tunney (co-protagonista de El Mentalista), tiene un importante papel en un plano exterior a la cárcel. A través de ella y de Nick Savrinn, el abogado que le ayuda, seremos conocedores del complot por el que Burrows está en la cárcel cumpliendo una condena por un crimen que no cometió, trama que involucra a la misma vicepresidente. El agente Kellerman (personaje interesante y bajo mi juicio, una de las mejores interpretaciones, de la mano de Paul Adelstein) también será uno de los encargados de pararle los pies a la abogada Donovan. Volviendo a Fox River y al plan de fuga de Scofield, trama principal de esta temporada... dicho plan, que en principio iban a llevarlo a cabo solo Michael y Burrows, involucrará involuntariamente a diversos personajes. El compañero de celda de Michael, Fernando Sucre (Amaury Nolasco), el mafioso John Abrucci (Peter Sormare, quien tuvo un papel importante tambien de personaje peligroso en la película Fargo, de los hermanos Coen), o el asesino y violador Theodore Bagwell, familiarmente conocido como T-Bag (Robert Knepper, uno de los papeles estrella que nos acompaña toda la serie, y de alguna manera aporta más tensión a la trama), entre otros... También afectará de una manera más dramática a la enfermera Sara Tancredi (Sarah Wayne Callies), el funcionario corrupto Brad Bellick (Wade Williams), o el alcaide Henry Pope (Stacy Keach). El actor Stacy Keach curiosamente durante los 80 estuvo seis meses recluso en una cárcel británica por consumo de drogas, el alcaide de dicha cárcel le ha servido de inspiración para interpretar al de Fox River. La temporada de Fox River, tiene entre otras cosas, un ritmo trepidante y un gran elenco de personajes que la hace aun más amena. ¿Fallos? Sí, como todo. Entre otras cosas, haciendo alusión a la parte de la fuga que consiste en hacer un boquete en el suelo mientras supuestamente están trabajando, es difícil de creer que los funcionarios dejen campar a sus anchas a varios reclusos en una habitación y sin vigilancia donde hay picos y palas... cosa que podrían utilizar como arma en caso de disputa. También durante la fuga uno se pone a pensar, una cárcel moderna de máxima seguridad, con la peor calaña en cuanto a criminales y ¿ni una sola cámara de vigilancia? Simplemente es difícil de creer.
Cerca del final de la primera temporada a mí personalmente se me rompen los esquemas, ya que siempre pensé y me hice a la idea equivocada de que toda la serie ocurre en Fox River... el momento de la fuga es simplemente un alivio y le da chispa a la serie, ya que si se hubieran presentado más problemas para los protagonistas que alargaran la trama en Fox River creo que hubiera perdido el interés. Hay quien cree que Prison Break debería haber acabado con la fuga de Fox River y que todo lo que vino después ha ido en absoluta decadencia; no estoy del todo de acuerdo, al final de la primera temporada quedan cabos sueltos que resolver como el dinero que escondió D.B. Cooper o la trama corrupta que envuelve a la vicepresidenta. A parte sabemos que no es salir de la cárcel y fin de la fuga, existe un proceso de busca y captura, así que en efecto, aun se puede exprimir mucho la serie.
En la segunda temporada miembros de La Compañía asesinan a la abogada Veronica Donovan, ya que sabe demasiado, sobretodo después de descubrir que el hermano de la vicepresidente, supuestamente asesinado por Burrows, sigue vivo.
Alex Mahone, principal antagonista de la segunda temporada.
Sin embargo la pérdida de Donovan se compensa con la aparición de un nuevo personaje, el agente Alexander Mahone (William Fitchner), sin su aparición y todo lo que ella conlleva en la trama de la fuga de los ocho de Fox River, esta temporada claramente no sería lo mismo. Pues por fin se nos presenta un antagonista con cualidades muy parecidas a las de Scofield. Claro, que otros personajes opuestos al protagonista también se las dan, como T-Bag o Bellick, que actúan respondiendo a intereses más banales... De hecho, quizá a los guionistas se les ocurrió quitar a John Abrucci de en medio precisamente porque en esta temporada Scofield ya contaba con demasiados enemigos y además luego se sumarían el general Jonathan Krantz y su mano derecha Bill Kim, cosa que podría restarle fluidez a la trama, sin embargo Abrucci siempre me pareció un personaje muy bien interpretado y que daba mucho de sí. Esta temporada, como contrapunto para algunos, cuenta con más giros de guión de lo que muchos espectadores pueden soportar. La enfermera Sarah Tancredi como cómplice de la fuga de Scofield y Burrows y su romance con el primero, la aparición del padre de los hermanos y su pasado trabajando para La Compañía, el agente Mahone compinchado con Kellerman y su intención de acabar con los ocho de Fox River debido a órdenes de La Compañía, Kellerman ayudando a los hermanos para vengarse de la vicepresidenta, la inesperada muerte del hermano de la vicepresidenta y el ascenso de ésta a presidenta... son algunos ejemplos. A parte contamos con la subtrama del dinero de Cooper, gracias a la que se le da un mayor protagonismo a personajes como T-Bag o Bellick. Sin embargo, llega a hacerse un poco pesada, con lo que opino que fue un acierto por parte del guión deshacerse del asunto del dinero de Cooper a finales de la temporada. Terminamos la segunda temporada con los hermanos en Panamá y con bastantes cabos atados que dejan zanjados asuntos como la culpabilidad de Burrows (cosa que parecía que iba a ser el conflicto clave de toda la serie) o la amenaza de Mahone sobre C-Note y su familia (personaje que dejaría de aparecer durante la tercera y gran parte de la cuarta temporada). Sin embargo con estos desenlaces resueltos llegan nuevos nudos y un nuevo giro en la trama para muchos desorbitado. Y de dicho giro argumentario nace la tercera temporada, o por llamarla de otra forma, la temporada de Sona. Y por mucho que vuelva a estar ambientada en una cárcel y si no fuera por la presencia de bastantes de los personajes que han aparecido en lo que llevamos de serie, viendo esta temporada a veces da la sensación de que estamos viendo otra serie distinta. Nuestros protagonistas han salido de un problema para meterse en otro y empezamos de cero otra vez, sólo que esta vez se han girado las tornas y el que está en la cárcel es Michael, acompañado de viejos amigos: T-Bag, Bellick, Mahone... Esta ha sido quizá la temporada peor aceptada por la crítica, en cierto modo porque hace un poco la función de relleno respecto a la trama principal. No obstante, a mi juicio, la perspectiva de la situación fuera de ley de la cárcel panameña, más peligrosa e insegura que la mayoría de cárceles, donde sus funcionarios mantienen las distancias con los asalvajados reclusos... te hace comparar la situación de Sona con la de Fox River, y la conclusión que sacas en claro es que al lado de Sona ser recluso de Fox River tampoco está tan mal. Eso sí, debo admitir que esta temporada me gustó porque no la alargaron tanto como las demás (solo 13 capítulos), una temporada como esta con tantos elementos de relleno y además otra vez en la cárcel, debía ser al menos más fugaz y menos compleja que el resto. Los tres personajes nuevos que se introducen también aportan lo suyo: Norman el 'Lechero', importante capo de la droga y líder de la cárcel al que todos respetan; James Whistler, recluso al que Scofield debe rescatar y fugarse con él obedeciendo las negociaciones de Burrows con Gretchen Morgan, la tercera figura importante, mercenaria que trabaja para la Compañía. Fría y dura de pelar, personalmente echaba en falta un bien definido personaje femenino con esas cualidades en esta serie.
Respecto a su función de relleno, no por eso nos dejamos de llevar alguna sorpresa por el camino... (tal vez hablo de una cabeza particularmente familiar diseccionada en una caja). También esta temporada aporta un cambio moral para algunos personajes. ¿Qué sentido tiene seguir del lado de la Compañía en el caso de Mahone, y en la situación en la que está? Y en el caso de Bellick, aunque sigue siendo un personaje simplón, el hecho de vivir experiencias abusivas por parte de otros reclusos que están por encima de él le hace cambiar de mentalidad y ser una persona más generosa. Incluso Sucre parece haber madurado más. En cuanto a T-Bag... bueno, sigue siendo T-Bag, quizá más astuto debido a situaciones en las que se las ha dado de superviviente. Y poco después de la fuga de Sona, con menos contratiempos que la de Fox River, empieza la cuarta temporada o temporada de Scylla. Y a pesar de que arranca francamente bien y merezca la pena verla aunque solo sea por ver a Gretchen vestida de colegiala, la conclusión que saco al haberla visto entera, es que esta es con diferencia la peor temporada de la serie... El primer motivo por el que lo considero así es que a partir de la cuarta temporada se multiplican los tópicos, las innecesarias escenas sensibleras y las situaciones absurdas. El objetivo de la cuarta temporada es derrocar a la Compañía, y para eso deben de llevar a cabo una misión en la que les introduce el agente de seguridad nacional Donald Self: hacerse con un disco duro dividido en seis partes al que llaman Scylla, que contiene gran cantidad de información confidencial sobre la Compañía. A dicha misión se le añade un nuevo miembro, un hacker chino cuyo nombre no me acuerdo y con el cual se hartan de hacerle bullying (no es que no se lo busque). Desde que se nos presenta este personaje así de buenas a primeras nos queda bastante claro que va a ser el primero en palmarla. El bando de la Compañía, en el que Gretchen parece haber desertado (motivos no le faltaban) y ahora ha decidido trabajar para ella y con motivos más personales (T-Bag y Gretchen en el mismo equipo estaba más que cantado), ahora cuenta con un asesino a sueldo excesivamente tranquilo que recibe órdenes directas del general Krantz. En el momento en el que Krantz le dice a su miembro de confianza algo así como "hay que hacer limpieza", refiriéndose a acabar con el equipo liderado por Don Self que trata de derrocarlos, por mi parte, y sumándole también el parecido físico, este personaje se ganó el ápodo de Don Limpio.
Resulta también curioso lo poco que tardan Burrows y Mahone en resolver sus diferencias después de que asesinaran al hijo del segundo, teniendo en cuenta la vendetta personal pendiente de Burrows desde que Mahone matara a su padre. Queda para el recuerdo el patético intento de momento sensiblero que es ese estrechamiento de manos entre Burrows y Mahone. Que Bellick se sacrifique por el bien común también es algo un poco confuso, quien le había expresado a Sucre su deseo de huir y olvidarse de todo. Y si hay algo que sigue mantienendo el interés a parte de la trama principal, es la nueva situación de T-Bag haciéndose pasar por un famoso escritor y el presentimiento de que puede acabar muy mal. Y una vez se han hecho con Scylla te lo pintan todo muy bien, como si se tratase por fin de un desenlace digno de tratarse del final de la serie. Sí, ahí lo hubiera dejado yo, roban Scylla, la compañía se hunde y todos contentos. Pero de ahí a que vuelvan a torcerse las cosas y se vuelva a alargar la serie me parece de las peores cagadas que te puedes encontrar, como queriendo exprimirla más de lo que se puede. La traición de Self al quedarse con Scylla supone nuevos conflictos, tramas y personajes que van ridiculizando y volviendo decadente a la que en su momento fue una buena serie. Quedará para el recuerdo una patética escena en la que el 'equipo anti-Compañía' está repartido en una placita en plan spy kids (con walkie-talkies y Mahone con unos prismáticos, que muy desapercibidos no pasan) esperando negociar con Gretchen sobre Scylla, que se ha unido a Self. Pero lo peor de lo peor es la aparición espontánea de la madre de Scofield... Personaje que parece haberse gastado gran parte del dinero recaudado de la Compañía en cirugía plástica. No hay nada relevante que se nos explique sobre su aparición. Peor que su actuación es que pese a que hay antagonistas en la serie que son realmente malvados, pero todos actúan por alguna razón, la madre de Scofield no parece uno de esos antagonistas, ella es mala porque sí, vamos... y su patética función en la serie es un fallido intento de darle más tensión o hacer más emocionante la serie, pero lo que resulta es que a estas alturas ya es demasiado improbable tomarse en serio la serie. Como el embarazo de Sarah Tancredi, algo tan poco relevante que uno casi se olvida de ciertos detalles. Quizá si me gustó que aparecieran personajes olvidados como C-Note o Kellerman, pero preferiría que hubieran aparecido antes y no como simple recurso para acabar y cortar por lo sano de una forma decente. Y sin embargo no acaba sin dos episodios extra y del peor relleno que puede existir, por si no nos habíamos cansado de la cárcel volvemos a sumergirnos en una, y esta vez con Sarah Tancredi como reclusa... la calidad de estos dos episodios es nula y nuestra capacidad para olvidarlos será afortunadamente de grandes dimensiones. Nada que resaltar de lo que parece una fallida estrategia de marketing para los que se quedaran con ganas de más (¿y quien podría quedarse con ganas de más con lo que nos han hecho pasar con la disparatada segunda mitad de la cuarta temporada?)... A estas alturas se pierde totalmente el interés, cosa que ni el papel de Gretchen, T-Bag o el general Krantz pueden arreglar. Fue una buena serie, pero cuando algo alcanza cierto éxito es mejor dejarlo y cerrarlo con un buen desenlace que alargarlo vertiginosamente y hacer que ese tren se estrelle y se eche a perder todo lo bueno que pudo dar. Algunas curiosidades
Gran parte de la temporada de Fox River fue rodada en la cárcel real Joliet Prison, donde estuvo preso John Wayne Gacy, acusado de violación y asesinato de 33 hombres en la década de los setenta.
El actor Stacy Keach, que interpreta al alcaide de la prisión, estuvo preso seis meses en una cárcel británica durante los ochenta por consumo de droga.
Cerca del lugar donde se grabó la temporada de Fox River, hay un río llamado Fox.
El personaje de D.B. Cooper existió realmente. En 1971 tras secuestrar un avión escapó con 200.000 de uno de los pasajeros. Saltó en paracaídas y nunca lo atraparon.
La serie ha sido prohibida en 13 prisiones estadounidenses.
Hacer un tatuaje como el de Scofield realmente llevaría unas 200 horas y tendría un coste de entre 15.000 y 20.000 dólares.
Cerca del final aparecen los dos actores Mark Pellegrino y Titus Welliver, que casi paralelamente interpretaron a Jacob y el hombre de negro en Lost.